Como la semilla que cae en la tierra

13/04/2025

Como la semilla que cae en la tierra

13/04/2025

Fernando Miranda

A lo largo de estos últimos días en los que hemos ido cerrando el CG29, pero sobre todo el viernes 11 y el sábado 12 de abril, el recuerdo de la parábola del sembrador que aparece en el evangelio, ha venido con frecuencia a mi recuerdo y a mi corazón. Me ha servido para inspirar los momentos de oración, pidiendo al Espíritu Santo una vez más, que nos ayude a preparar la tierra que acogerá la semilla que Dios siembra en el corazón de la Congregación con este Capítulo.

El sembrador de la parábola, sin pararse a mirar la tierra que acogerá la semilla o la calidad de la misma, repite una y otra vez, un día tras otro, el mismo gesto: sembrar. Con la misma fidelidad cada día, con el mismo entusiasmo en cada puñado que lanza al aire. No se cansa de hacerlo. No se desanima, aunque repita lo mismo cada día. Le mueve la esperanza del fruto que la semilla dará, la fertilidad de la tierra que hará posible el milagro de la cosecha. Sabe que tendrá que esperar, que lo que obtenga, quizá no será lo que espera, pero es lo que la tierra le dará. Hoy el buen Dios siembra en nuestra Congregación, en nuestras inspectorías, en quienes formamos la gran Familia Salesiana, la semilla del CG29.

En mi oración, esta mañana en la eucaristía de clausura, del pedía al Espíritu Santo sabiduría, paciencia y docilidad para ser capaces de acoger esta semilla. Lo que importa no es solo la novedad que aporte o no esta semilla, sino la fidelidad de Dios en querer confiárnosla y nuestra fe al acogerla. Su valor no está solo en lo que cada uno seremos capaces de proyectar al leer el documento capitular, sino que es la riqueza del fruto que estamos llamados a dar si nos dejamos transformar y convertir confiados en la esperanza.

Le pedía también que inspirara nuestra mirada para descubrir caminos de Vida y novedad dónde y cómo Dios quiera inspirarlos para que después seamos capaces de proyectarlos y hacerlos realidad entre los jóvenes, y no al contrario. Y para eso le pedía también que nos diera más fe en Jesucristo. Es uno de los mayores dones que de Él podemos recibir. Quizá sea el mayor don que tenía aquel sembrador de la parábola y por eso cada día salía feliz y confiado a realizar su trabajo: sembrar, confiar, acompañar, velar.

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