Estamos concluyendo la tercera semana de trabajo del CG29. En esta semana hemos entrado en la discusión del tema capitular: “Apasionados por Cristo y servidores de los jóvenes”. Para organizar la discusión estamos siguiendo la metodología de “Conversación en el Espíritu” que se utilizó en las dos Asambleas del Sínodo: “Por una Iglesia sinodal: comunión, participación y misión”.
En esta crónica hablaré de esta metodología que en realidad es un método práctico de discernimiento. Como sabemos el discernimiento no es solo un camino personal sino también un camino comunitario. “El discernimiento comunitario permite descubrir una llamada que Dios hace oír en una situación histórica determinada” (S 113).
¿Es indiferente usar una metodología u otra? Personalmente creo que no. En primer lugar haber optado por esta metodología une a la Congregación Salesiana con el camino que está recorriendo hoy la Iglesia. Además esta metodología ayuda en lo que se conoce como el discernimiento de espíritus. ¿Qué es el discernimiento de espíritus? El papa Francisco en Evangelii gaudium lo escribía de esta manera: “Es preciso esclarecer aquello que pueda ser un fruto del Reino y también aquello que atenta contra el proyecto de Dios. Esto implica no sólo reconocer e interpretar las mociones del buen espíritu y del malo, sino —y aquí radica lo decisivo— elegir las del buen espíritu y rechazar las del malo” (EG 51). Se trata de ponerse en sintonía con el Espíritu.
Ya es conocida por todos nosotros la secuencia: escuchar, comprender y elegir. Los verbos escuchar y comprender son verbos más humildes que lo verbos ver y juzgar, que se presentan como verbos poderosos. En este magisterio del papa Francisco, adquieren valor verbos como escuchar y dialogar (conversar). En la metodología de la “Conversación en el Espíritu” se dedica largo tiempo a la escucha y a la conversación.
Pero no se busca escuchar y dialogar de cualquier manera. Escuchar no es sencillo porque exige de nuestra parte mucha capacidad de acogida y de hospitalidad. Para escuchar bien es muy importante el silencio. Nos agobia el silencio y parece que tenemos que llenarlo. Para algunos el silencio es solo una ausencia para nosotros el silencio es elocuente, es la condición de posibilidad de una buena escucha.
Dialogar tampoco es sencillo. El diálogo no es un mero intercambio de opiniones, ni una cadena de monólogos, ni una defensa a ultranza de las propias opiniones, ni la imposición de un modo de pensar. Entonces, ¿qué es el diálogo? Decía el papa Francisco en Frateli tutti que el silencio es sobre todo “acercarse, expresarse, escucharse, mirarse, conocerse, tratar de comprenderse, buscar puntos de contacto” (FT 198).
De esta manera esta metodología ayuda a dar valor de cada persona, y, de esta manera, no es tan importante el rol, se genera un abanico de propuestas que van armonizándose, no se tiene tanta preocupación por textos técnicamente perfectos sino vitalmente significativos.
Para concluir, quiera decir que me alegra de esta metodología su fundamento: “Dios está actuando en la historia y en las personas”. Podríamos decir que Dios se hace presente también en las palabras del hermano. Esto nos hace ver que Dios es el primer protagonista del discernimiento. El segundo lo somos nosotros ya que Dios nos ha hecho capaces y se fía de nosotros. De esta manera el discernimiento se abre camino si en nosotros están las disposiciones que permiten desear, buscar, aceptar y cumplir la voluntad de Dios. En este tema del caminar juntos también podemos pedir al Señor que ponga en nosotros buenos deseos, que ilumine nuestra búsqueda, que nos haga dóciles para aceptar lo que nos propone, en definitiva, que nos de fortaleza para cumplir su voluntad.